Realmente sólo hay una cosa que hacer en Granadilla: pasear por las silenciosas calles de este pueblo abandonado donde no vive nadie desde el año 1964, cuando el último habitante abandonó el que había sido su hogar. Resulta muy curioso y digno de verse: el tercer recinto amurallado más importante de España convertido en una especie de pueblo fantasma desde hace medio siglo. Y es que a pesar de haberse transformado en una península rodeada por las aguas del Embalse de Gabriel y Galán, su muralla de origen almohade permanece prácticamente intacta, aunque en algunos puntos ha tenido que ser restaurada.
Fue en 1955 cuando las tierras de Granadilla fueron expropiadas y declaradas terreno inundable. Aunque el agua cubrió los campos de cultivo, el núcleo urbano no se vio afectado por las aguas. Sin embargo, todos sus habitantes fueron desalojados por el riesgo de inundaciones.
En 1980 fue declarada Conjunto Histórico-Artístico de Interés Cultural y no mucho después, en el 84, fue incluida en el Programa de Recuperación y Utilización de Pueblos Abandonados. Por eso, a pesar de no estar habitado, Granadilla sigue albergando vida en su interior: la de los estudiantes, profesores y monitores de diversas instituciones que cada año acuden a colaborar con su cuidado y rehabilitación. Entre otras cosas se han creado huertos y jardines, se han llevado a cabo tareas de desescombro y restauración, limpieza de calles, etc.
Lo cierto es que el pueblo nunca ha llegado a quedar bajo las aguas del embalse, ni siquiera en los momentos en los que ha estado lleno, lo cual llevó a que a finales del siglo XX los antiguos propietarios y sus descendientes pidieran que se revocase la expropiación sobre sus casas y sus tierras, aunque sin éxito. Dos veces al año, el 15 de agosto (día de la Asunción) y el día de Todos los Santos, los allí nacidos y sus descendientes se dan cita en Granadilla, para recordar a sus antepasados y volver a sus raíces. También durante estas celebraciones reivindican que se les devuelvan sus antiguas moradas, hoy propiedad pública.
Actualmente el pueblo puede visitarse y está abierto al público, aunque dentro de unos horarios concretos: de 10:00 a 13:00 horas por las mañanas y de 16:30 a 19:00 por las tardes.
Qué hacer en Granadilla: lugares más emblemáticos.
No cabe duda de que la imagen por excelencia de Granadilla es la que ofrece su impresionante recinto amurallado junto con el imponente Castillo del siglo XV. Probablemente su construcción fue ordenada por el primer Gran Duque de Alba y se ubicaría sobre alguna antigua fortificación islámica. A pesar de transmitir una imagen poderosa, se trata de una edificación esbelta, regida por la simetría y con una arquitectura singular de gran belleza estética. Desde lo alto de la torre que preside el castillo, podremos disfrutar de unas sobrecogedoras vistas de todo el pueblo a nuestros pies y del embalse que se pierde en el horizonte.
El pueblo se organiza de forma concéntrica desde la plaza mayor, en su centro, hasta la muralla. Por eso la mejor forma de desenvolverse en su interior es rodear la muralla para ir adentrándose en sucesivas circunvoluciones hacia su corazón. Por el camino nos sentiremos muchas veces sometidos a distintas sensaciones, intuyendo en sus ruinas y lugares abandonados, algunos espléndidamente restaurados, la actividad y la vida que un día llenaba el lugar donde hoy sólo reina el silencio.
La Casa de las Conchas, la más grande de la villa, mantiene aún la fachada de la que recibe su nombre; la Casa del Ayuntamiento, la Casa del Minarete y la Iglesia Parroquial de la Asunción, también del siglo XV, también reclamarán tu atención.
Su belleza paisajística se traduce también en una abundante fauna autóctona, especialmente aves: águilas reales, gavilanes, cigüeñas, grullas, aguiluchos, milanos y muchas otras. En el término de granadilla existe también una pequeña población reproductora del amenazado lince ibérico.
Granadilla es un lugar muy especial y merece la pena que lo incluyas en tu ruta por los pueblos de extremadura, ya que pocas veces tendrás la oportunidad de experimentar la sensación de vagar por un pueblo de estas características. Como una misteriosa isla rodeada por las aguas, repleta de casas vacías donde desde el siglo IX (cuando fue fundada por los musulmanes) florecía la vida, algo especial y desconocido la hace brillar hoy con un halo intrigante que te transportará a otra realidad dentro de sus murallas.