En el centro de la comarca de La Vera, al noreste de la provincia de Cáceres, Jarandilla de la Vera tiene mucho que ofrecer a sus visitantes. Numerosos monumentos religiosos y civiles, rutas y senderos que atraviesan parajes de ensueño, encantadoras calles empedradas, una exquisita gastronomía y eventos culturales y deportivos, configuran la oferta de ocio de un pueblecito del que tal vez no hayas oído hablar antes, pero que sin duda ya no olvidarás.
Entre sierras y gargantas, numerosos restos prehistóricos atestiguan la ocupación de este hermoso emplazamiento desde hace miles de años: sepulcros, pinturas rupestres, etc. También de la época romana se conservan vestigios muy interesantes, como la importante Necrópilis de la La Berrocosa.
¿Quieres saber qué hacer en Jarandilla de la Vera? Te presentamos algunos de sus lugares ineludibles.
Resumen de Contenido
Qué ver en Jarandilla de la Vera: Monumentos destacados.
El Castillo de los Condes de Oropesa, de mediados del siglo XV, es una de las imágenes más icónicas de Jarandilla. La construcción original constaba de muralla, foso y puente levadizo, al más puro estilo de los castillos de leyenda. A pesar de resultar muy dañado durante la Guerra de la Independencia, actualmente se halla en un estado de conservación excelente, puesto que se ha reconvertido en Parador Nacional de Turismo. Está bajo la protección de la Ley sobre Patrimonio Histórico Español.
Lo sigue en espectacularidad la Iglesia Fortaleza de Nuestra Señora de la Torre, una magnífica construcción de aspecto imponente que se data entre los siglos XII y XIII, levantada sobre un castro celta del que se ha conservado un verraco colocado en una de las caras de la torre. No es el único vestigio de antiguas culturas que guarda, puesto que en su interior se conserva una pila bautismal de piedra de origen visigodo.
Otros monumentos religiosos de interés son la Ermita de Nuestra Señora del Sopetrán y la del Cristo del Humilladero. La Iglesia de San Agustín también ofrece una apariencia impresionante, de líneas sencillas pero con mucho peso, que ocultan un interior amplio y lumisoso.
También merecen una visita sus puentes:
- Puente de Palo: muy singular por su arquitectura sobre pilares de piedra y madera.
- Puente Parral: de origen romano pero reconstruido en la Edad Media.
- Puente de Jaranda: de gran altura y construido en época medieval por los monjes de Yuste para acceder a una de sus fincas.
La Picota de Jarandilla de la Vera, construida originalmente como símbolo del poder feudal y posteriormente de independencia, acabó teniendo un macabro cometido. Las cuatro cabezas de dragón que sobresalen de su cuerpo cilíndrico, fueron testigos de numerosas ejecuciones, puesto que fue el lugar elegido para hacer efectivas las condenas a muerte.
Para quitarte el mal sabor de boca, piérdete por su casco antiguo y disfruta de sus preciosas calles empedradas y sus casas típicas.
Qué hacer en Jarandilla de la Vera: Rutas naturales.
Como todos los municipios que componen la comarca, otra de las mejores cosas que hacer en Jarandilla de la Vera es descubrir la belleza de sus paisajes y la conexión con la naturaleza. Una manera ideal de hacerlo es recorriendo las rutas y senderos que cruzan su fisionomía.
- Ruta de los puentes (4,5 km).
- Ruta Puente Jaranda (15,5 km).
- Ruta de Carlos V (25 km).
- Ruta del Emperador (10 km ida).
Surcada por numerosas gargantas que la abastecen de agua y de vida, Jarandilla está poblada por numerosas especies animales y vegetales, que habitan en un entorno paisajístico y ecológico de gran belleza. Gran cantidad de especies de aves (incluyendo cigüeñas negras, en peligro de extinción), lagartos, anfibios y peces conviven con mamíferos de mediano y pequeño tamaño, entre los cuales la cabra montés o íbice ibérico es la más representativa.
Qué hacer en Jarandilla de la Vera: Fiestas y eventos.
De entre las múltiples festividades y eventos que ofrece Jarandilla, algunas de ellas destacan por su excepcionalidad e interés turístico.
Es el caso del Día de los Antiguos Oficios, celebrado el primer fin de semana de agosto. Es un acontecimiento fascinante donde la población parece trasladarse a otra época, creando un maravillos ambiente en las calles del casco antiguo. Reposteras, ganchilleras, hojalateros, pimentoneras, embotelladoras de tomate, colmeneros, barberos, barquilleras, cesteros, lavanderas y muchos oficios más instalan sus puestos en las calles para mostrar su elaborada artesanía.
Otra de las fiestas más impresionantes, con un cierto componente de riesgo, es la de Los Escobazos, celebrada el 7 de diciembre. Los escobones (escobas secas atadas con cuerda), colocados por las calles de la ciudad y las plazas, acompañan la procesión de la Virgen de la Concepción. En un ambiente festivo, lleno de cánticos y magia, música, vino y fuego, los habitantes de la localidad se dan “escobazos” con estás escobas prendidas, aunque hay unas normas que regulan este peligroso juego para evitar riesgos en la medida de lo posible.