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Qué hacer en Olivenza.
Olivenza es una preciosa e histórica localidad de la provincia de Badajoz, cuyo poderoso recinto amurallado (llegó a poseer hasta cuatro cinturones defensivos diferentes) nos transmite al primer golpe de vista el conflictivo pasado (¿y presente?) de esta ciudad fronteriza y disputada. Situada en la frontera con Portugal y separada del país vecino por el cauce del Guadiana, Olivenza ha cambiado varias veces de “nacionalidad”. La última, aunque no sabemos si la definitiva, fue en 1801.
Como consecuencia, en Olivenza hallamos una rica cultura y un abundante patrimonio histórico donde ambas tradiciones se mezclan y se entrelazan. Y aunque podría parecer por la “no oficialidad” del conflicto, que su pertenencia al territorio español es una cuestión ya cerrada, la CIA (sí, has leído bien, la Agencia Central de Inteligencia Norteaméricana) le ha colocado desde 2003 la etiqueta de “Disputa Internacional”, que comparte con territorios como Cachemira o la Franja de Gaza.
Aunque lejos de ser un territorio peligroso, es un destino turístico muy popular y agradable con mucho que mostrar y mucho que ofrecer.
¿Quieres saber qué hacer en Olivenza?
QUÉ HACER EN OLIVENZA: Mestizaje monumental.
La ciudad de Olivenza está definida por una posición estratégica realmente delicada y por una arquitectura que presenta elementos típicos de la cultura portuguesa y la española. Por eso es habitual encontrar construcciones de estilo manuelino portugués. Aquí encontrarás sus monumentos y rincones más representativos.
Castillo de Olivenza y muralla abaluartada.
Presenta varias fases constructivas correspondientes con los diferentes acontecimientos históricos que ha protagonizado. Fue levantado en primera instancia por los Caballeros Templarios, amurallado por el rey portugués Don Dinís en el año 1298 y, más tarde, dotado con su poderosa Torre del Homenaje (la más alta de Portugal con 37 metros). La muralla del castillo aún conserva dos de sus puertas originales: la de Alconchel y la de los Ángeles, ambas flanqueadas por dos magníficos terreones macizos de planta circular.
El interior del castillo acoge actualmente parte del Museo Etnográfico y si subes a lo alto de la Torre del Homenaje podrás disfrutar de unas vistas fascinantes.
La muralla abaluartada, añadiendo su valor defensivo a la del castillo, convirtió a la ciudad en una impenetrable plaza fuerte. Su trazado irregular, que se adaptaba a la población, hacía muy complicada la defensa que implicaba una gran inversión de recursos para cubrir sus nueve baluartes, de los cuales se conservan la mayoría.
Iglesia de Santa María del Castillo.
Construida entre 1584 y 1627, se ubica sobre la primera iglesia oliventina del siglo XIII. Impresiona por su exterior, bello y sólido, pero aún más por su interior, donde alberga un fantástico retablo dorado de talla barroca. Es una obra de arte única dividida en tres partes: la más peculiar de ellas representa esculpido un magnífico árbol genealógico de más de 10 metros.
Iglesia de la Magdalena.
Reconocida en el 2012 como “Mejor Rincón” de España por la Guía Michelín, poner un pie dentro de la Iglesia de la Magdalena es como entrar en un ambiente que sobrecoge, sorprende y cautiva a partes iguales. Es uno de los exponentes más hermosos del estilo manuelino portugués, que incorpora decoraciones naturalistas y elementos marineros en el exterior. En el interior, unas preciosas columnas torneadas, como sogas de navío, conducirán tus ojos hacia la bóveda y de ahí a sus preciosos retablos con mármol y azulejería historiada. El efecto es realmente espectacular.
Otros rincones de interés.
Como huella de su dilatado pasado, son muchos los rincones que están bellamente decorados con una delicada y hermosa azulejería portuguesa. Por ejemplo, los de la capilla de la Casa de la Misericordia.
La Panadería del Rey, también llamada Cuartel del Asiento, tenía capacidad para producir 10.000 panes al día. Se encuentra junto al recinto del castillo y, aunque fue construida en el siglo XVIII, sus chimeneas se encuentran en perfecto estado de conservación.
A las afueras de la ciudad, el Puente de Ajuda salvaba el cauce del Guadiana para conectar Olivenza con el territorio portugués. Sus 309 metros de colosal piedra, quedaron inutilizados al volar por los aires durante la Guerra de Sucesión (1709), dejando en pie una docena de arcos que aún pueden admirarse.
Qué probar en Olivenza: la Técula Mécula.
Una de las cosas que hacer en Olivenza necesariamente es probar la exquisita Técula Mécula. Un dulce de fama mundial y gran tradición, muy probablemente de origen árabe y cuya receta exacta es un secreto fieramente guardado. Está hecha a base de almendra, yema y hojaldre, y cuenta la tradición que se recuperó del olvido cuando una mujer encontró la receta en un antiguo baúl, perteneciente a su madre, en 1930. La receta se transmite desde entonces de generación en generación entre los oliventinos.